Con el imperio cambia la estructura política y social, y por tanto la educativa en Roma.
La educación Romana en esta época se distingue de la anterior, más que por su contenido, por su organización; deja de ser un asunto particular, privado, para convertirse en una educación pública. Esta transformación comienza en el S. I a.C. con la creación de escuelas municipales, en las que el estado interviene mas bien con subvenciones y una cierta inspección; pero después llega a hacerse su legislador y director.
La política escolar del Estado romano comienza con Cesar, quien concede el derecho de ciudadanía a los maestros de las artes liberales, y sigue con Vespasiano en el siglo I d. de C., quien libera de impuestos a los profesores de la enseñanza media y superior, manteniéndoles este beneficio los emperadores siguientes. El mismo Vespasiano es el primero que crea cátedras oficiales de retórica latina y griega con sueldos anuales, una de las cuales llego a ocupar con una buena retribución Quintiliano. Marco Aurelio creo después cátedras de filosofía también retribuidas por el Estado. De gran interés es también la creación, por Trajano, de becas para los estudiantes, en forma de "instituciones alimenticias".
Al mismo tiempo, los emperadores incitaban a las municipalidades a la creación de escuelas públicas, como lo hicieron aquellas en número cada vez mayor, no sólo en Roma, si no en todo el Imperio, desde las Galas y Españas a África y al próximo Oriente. Estas escuelas tenían por fin preparar a los funcionarios cada vez más necesitados de una formación superior y subsistieron durante todo el Imperio, alcanzando en elevado nivel cultural.
La organización de la enseñanza en la época imperial siguió siendo parecida a la de la época anterior con sus tres grados del literato, el gramatico y el retórico; pero con su nuevo sentido imperial, de absorción y nacionalización de los países conquistados. A la liberación de la cultura de la época anterior, siguió ahora la universalización de al cultura romana y en particular de la lengua latina, así como de su derecho. El vehículo principal para ello eran las escuelas que fueron uno de los principales vehículos de la romanización del mundo.
Refiriéndose a la política imperial de romanización por la educación, dice
H. I. Marrou: "Bajo el Imperio comprobamos la política así inaugurada: del norte al sur de la península (ibérica) encontramos toda una red de escuelas. Hay escuelas elementales hasta en un pequeño centro minero de la Lusitania meridional; en todas las ciudades un poco importantes, gramáticos, latinos o griegos, profesores de retórica, latina y griega, ¿como extrañarse, pues, de ver a la península ibérica desempeñar un papel tan activo en la vida romana, aportarla a su vez tan grandes escritores
La educación Romana en esta época se distingue de la anterior, más que por su contenido, por su organización; deja de ser un asunto particular, privado, para convertirse en una educación pública. Esta transformación comienza en el S. I a.C. con la creación de escuelas municipales, en las que el estado interviene mas bien con subvenciones y una cierta inspección; pero después llega a hacerse su legislador y director.
La política escolar del Estado romano comienza con Cesar, quien concede el derecho de ciudadanía a los maestros de las artes liberales, y sigue con Vespasiano en el siglo I d. de C., quien libera de impuestos a los profesores de la enseñanza media y superior, manteniéndoles este beneficio los emperadores siguientes. El mismo Vespasiano es el primero que crea cátedras oficiales de retórica latina y griega con sueldos anuales, una de las cuales llego a ocupar con una buena retribución Quintiliano. Marco Aurelio creo después cátedras de filosofía también retribuidas por el Estado. De gran interés es también la creación, por Trajano, de becas para los estudiantes, en forma de "instituciones alimenticias".
Al mismo tiempo, los emperadores incitaban a las municipalidades a la creación de escuelas públicas, como lo hicieron aquellas en número cada vez mayor, no sólo en Roma, si no en todo el Imperio, desde las Galas y Españas a África y al próximo Oriente. Estas escuelas tenían por fin preparar a los funcionarios cada vez más necesitados de una formación superior y subsistieron durante todo el Imperio, alcanzando en elevado nivel cultural.
La organización de la enseñanza en la época imperial siguió siendo parecida a la de la época anterior con sus tres grados del literato, el gramatico y el retórico; pero con su nuevo sentido imperial, de absorción y nacionalización de los países conquistados. A la liberación de la cultura de la época anterior, siguió ahora la universalización de al cultura romana y en particular de la lengua latina, así como de su derecho. El vehículo principal para ello eran las escuelas que fueron uno de los principales vehículos de la romanización del mundo.
Refiriéndose a la política imperial de romanización por la educación, dice
H. I. Marrou: "Bajo el Imperio comprobamos la política así inaugurada: del norte al sur de la península (ibérica) encontramos toda una red de escuelas. Hay escuelas elementales hasta en un pequeño centro minero de la Lusitania meridional; en todas las ciudades un poco importantes, gramáticos, latinos o griegos, profesores de retórica, latina y griega, ¿como extrañarse, pues, de ver a la península ibérica desempeñar un papel tan activo en la vida romana, aportarla a su vez tan grandes escritores